Nadie puede.

Se quedo ahí mirandole a los ojos, mirando esos ojos brillantes en aquella fotografía, mirando aquellos labios que una vez rozaron los suyos, se quedo ahí esperando que esos mismos labios se le acercaran diciendo Te quiero.

Él lo intentó, quiso hacerlo, eso expreso, con sus palabras, con sus intentos, pero quién iba a querer a quien menos se quiere en el mundo el entero. Quién iba a preferir a quien menos vale, quién iba a soñar con lo que nadie sueña, quién iba a creer en ella. Nadie podría, ni siquiera él. Nadie.

Ella, ella era perfecta, ella tenía una maravillosa sieluta, inteligente y bella, con una mirada alegre merecedora de lindas palabras, merecedora de él. En cambio aquella chica, no era tan inteligente, mucho menos tan bella y su silueta estaba descompuesta, su mirada era cansada y su tristeza a su sonrisa opacaba. No es díficil adivinar a quién escogió.